¿Qué es la programación verde?
https://www.prestigia.es/wp-content/uploads/2020/10/programacion-verde-1024x690-1.jpg 1024 690 Prestigia Prestigia https://secure.gravatar.com/avatar/8da4cfd38fe6d62f5407c8b6eff07bcf?s=96&d=mm&r=gEscribir menos líneas de HTML para reducir el impacto medioambiental: a eso se le llama ‘programación verde’. A diferencia de lo que ocurre con el tubo de escape de un automóvil o las chimeneas industriales, es fácil no caer en la cuenta de la huella de carbono que genera Internet. Pero sí: cada vez que realizas una búsqueda en Google o envías un correo electrónico, contaminas. ¿Cuánto? No mucho, de momento; pero todo apunta a que, con el paso de los años, irá a más.
Según diversos estudios, las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) consumen a día de hoy entre el 6-9% de la energía a nivel mundial. A pesar de que esta es ya una cifra sorprendentemente alta, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de usuarios no es consciente de que aplicaciones como Gmail o YouTube sean una fuente de contaminación, los datos empeoran si los proyectamos a dos décadas vista: en su artículo On Global Electricity Usage of Communication Technology: Trends to 2030, los expertos de Anders S. G. Andrae y Tomas Edler vaticinan que el porcentaje se habrá elevado hasta el 20% en 2030.
Para tomar conciencia de hasta qué punto Internet no es ni mucho menos etéreo, vale la pena citar aquí unas líneas que pertenecen a un artículo de El País, titulado ¿Cuánto contamina enviar un tuit, hacer una búsqueda en Internet o ver un vídeo de YouTube? En él se detalla minuciosamente cuál es la huella de carbono que genera cada una de las acciones que todos llevamos a cabo de forma habitual en nuestros teléfonos móviles, tabletas u ordenadores:
“Cada búsqueda en Google supone al menos una emisión de entre 0,2 gramos de dióxido de carbono. Visualizar 10 minutos un vídeo de YouTube, de un gramo. Cada correo almacenado en el ordenador genera unos 10 gramos de CO2 al año. Estos datos de forma individual pueden parecer ínfimos. Pero Coral Calero, catedrática de Lenguajes y Sistemas Informáticos del grupo de investigación Alarcos de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), afirma que se convierten en cifras preocupantes si se multiplican por las 4,1 millones de búsquedas en Google, los 4,7 millones de vídeos que se ven en YouTube o los 190 correos electrónicos que se envían solo en un minuto.”
Ya hay personas que han tomado conciencia de este potencial problema y han puesto en marcha iniciativas para intentar paliarlo. Una de ellas es la mencionada programación verde.
Durante el proceso de creación de una página web, a menudo el desarrollador escribe líneas de código que más tarde se tornan innecesarias. Sin embargo, si no se pone especial cuidado en eliminarlas, es común que ese código en desuso se quede en la hoja de HTML, CSS o cualquier otro lenguaje, aumentando el peso de la página y, en consecuencia, ralentizando sus procesos de carga. Así, la limpieza del código es siempre prueba del buen hacer de un desarrollador. De hecho, el jurado del sitio Awwwards.com, que reparte los premios más prestigiosos en el mundo del diseño y la programación web, incluye siempre este punto en sus análisis de las mejores websites.
Hasta ahora, esta práctica era aplaudida, principalmente, por razones funcionales: reducir los tiempos de carga de una página web repercute en una mejor y más pulida experiencia de usuario (UX). Sin embargo, de un tiempo a esta parte se ha puesto de moda en el terreno del diseño y desarrollo web impulsar la normalización de este tipo de procedimientos por motivos ecologistas. Por eso, tal y como se explica en otro artículo de El País, los programadores están escribiendo menos líneas de código para combatir la emergencia climática.
El último en sumarse al movimiento en favor de una programación verde ha sido Danny van Kooten, creador de un exitoso plugin de WordPress. Este desarrollador reescribió recientemente las líneas de su código, a fin de optimizarlo sin perder ninguna de sus funcionalidades. El mismo van Kooten informó del resultado: una reducción mensual de las emisiones de CO2 en 59 toneladas. Como se ha apuntado más arriba, un ahorro de esta clase puede ser visto como ínfimo si se observa de manera individual, pero tiene una repercusión enorme si se toman en consideración los millones de personas que terminan haciendo uso de estos servicios.
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